
12 Oct Cómo superar los miedos: mi experiencia real
Soy Astrid Loyo, voluntaria de la ONG RED RETO y te quiero contar cómo superar los miedos. De verdad es mi experiencia real. Experimentar el miedo es un acto natural, es una emoción que nos pone alerta ante una situación que el cerebro descifra como peligrosa para nuestra integridad.
Quizá su manifestación la experimentemos de diferentes maneras, sudoración, palpitaciones, mareos, hiperventilación, tensión de los músculos y pare usted de contar, sensaciones estas que pueden ser muy desagradables pero que como dije antes, son un recurso que nos pone alerta frente a situaciones amenazantes.
Recuerdo en mi infancia cuando sentía esas fuertes sensaciones por diferentes estímulos y la respuesta de los adultos era “no tengas miedo” pero en algunas circunstancias me amenazaban con “El Coco, La Sayona, El Silbón” o cuanto aparecido podía ser el mejor instrumento para que me mantuviera paralizada por miedo ante estas figuras de aparecidos. Ya en mis años de adulta comprendí que el miedo me puede paralizar o impulsar, según sea el nivel de conciencia que tenga de él.
¿Qué hago con mis miedos?
En primer lugar, recuerdo que el miedo es una respuesta ante una situación de amenaza, me mantengo atenta a mis respuestas emocionales (cuando tengo miedo, respiro muy rápido, las orejas se ponen calientes, las manos frías y siento que literalmente el corazón va a saltar en cualquier momento de mi pecho.
Si el miedo es una respuesta ante una situación externa, por ejemplo, estar en el metro y que ocurra un robo (cosa que en lo particular me da mucho miedo porque además mis juicios fundados unos otros no, me hacen recrear situaciones hasta fantásticas), entonces, procuro salir más temprano de mi casa y usar el transporte terrestre y si está dentro de mis posibilidades, camino y hago ejercicio, es decir, me apoyo en acciones que si me ayudan a sentirme tranquila.
No obstante, también convivo con otro tipo de miedos…miedo al rechazo, miedo al fracaso, miedo a herir a otro y reconozco que estos son los más difíciles de identificar y manejar, sin embargo, hay que hacerlo.
En este sentido, cuando siento esas señales corporales lo primero que hago es detenerme y observar para preguntarme, qué me sucede si reconozco que es miedo lo que tengo, me pregunto, a ver a qué se debe esta respuesta, a qué le tengo miedo? Desde cuándo me sucede esto? Y le pongo un nombre a eso que yo experimento. Luego, hago un plan de acción.
Ponerles nombre a esas situaciones, identificar con palabras qué es lo que experimentamos, desde cuándo nos sentimos así y que es lo que necesitamos para superar los miedos. Quizá, algunas de nuestras necesidades no dependen completamente de nosotros y nuestra voluntad, no obstante, reconocer qué es lo que nos hace falta permite poder identificar una ruta de acción, un plan a seguir y honestamente, muchas veces me pregunto ¿Qué tan posible es que eso que estoy pensando suceda? Y si sucede? ¿Cuál es el mejor camino para manejarlo? Porque las cosas no dejan de suceder por arte de magia, pero si tienen un impacto distinto si yo manejo de manera asertiva mis emociones.